Los llamados trastornos de la conducta alimentaria son aquellos caracterizados fundamentalmente por graves alteraciones en la misma, ya sea por la restricción alimentaria motivada por el deseo irrefrenable de adelgazar, lo que conocemos como anorexia nerviosa, o por atracones frecuentes con la sensación de la pérdida de control sobre la ingesta, a lo que denominamos bulimia. Tanto en un caso como en otro el cuadro puede llegar a ser muy severo, con complicaciones fisiológicas graves derivadas del déficit alimenticio.
El rechazo a mantener un peso mínimo adecuado y el intenso miedo a ganarlo, la alteración en la percepción de la propia forma y del tamaño corporal y, en las chicas, la aparición de amenorrea, definen esencialmente el cuadro de anorexia. Este siempre aparece ligado a un significativo deterioro emocional. Los síntomas depresivos, la inestabilidad y la irritabilidad, la baja autoestima, la tendencia cada vez más marcada al abandono de actividades lúdicas y al aislamiento, el rechazo hacia uno mismo y la percepción de ineficacia personal llevan al sujeto a un marcado sufrimiento y deterioro personal, por lo que es necesaria una adecuada atención especializada.